La utilización de la tecnología de láser escáner 3D en topografía permite la captura, de una forma no intrusiva, de miles de puntos por segundo y el procesamiento de las cantidades ingentes de información que se genera. Los costes y plazos de ejecución son muy inferiores a los que se obtienen con métodos de topografía clásica cuando la información a tratar es elevada, y en muchas ocasiones es la única forma viable de realizar el trabajo.

Este tipo de tecnología es muy superior a las tradicionales, en todos los casos, cuando el nivel de detalle es elevado.

El software, que aplicamos posteriormente a la toma de datos, facilita el manejo la información y permite la realización de presentaciones según los requerimientos de nuestros clientes.

Las aplicaciones del laser escáner 3D son muy variadas. Podemos mencionar algunas como su utilización en la arquitectura para generar modelos con diseño BIM muy precisos, documentar elementos del patrimonio histórico o arqueológico, su uso en la industria para facilitar el diseño la construcción o sustitución de piezas y estructuras de gran tamaño, en el desarrollo y mantenimiento de infraestructuras de ingeniería civil de todo tipo (carreteras, puentes, túneles, puertos, líneas de ferrocarril, etc.), en estudios geológicos complejos o que incluyan cavidades de formas irregulares, y en todos aquellos campos en los que el número de puntos necesarios y su densidad es elevado.

Existen una gran variedad de tipos de escáneres 3D en función del uso final y la tecnología que emplean. Los elementos básicos, de los que utilizamos en nuestros estudios topográficos, son dos: el dispositivo encargado de la medida tridimensional de las distancias, ángulos e incluso reflectancia en cada punto; y el mecanismo de barrido, el sistema mecánico encargado de desviar el láser de forma precisa, horizontal y verticalmente, según las necesidades de la medición; y que permite una precisión inferior al centímetro y una densidad mayor a un punto por centímetro cuadrado.

La metodología que se sigue con estos aparatos se puede resumir en los siguientes tres puntos.

Reconocimiento de la zona de intervención para recopilar información tanto del entorno, como del objeto o superficie a medir. Posibilita la elección de las posiciones óptimas donde situar el escáner y planificar los barridos necesarios para el escaneado. En muchas ocasiones (presencia de obstáculos o superficies no planas) es necesario realizar varios barridos desde puntos diferentes para obtener una información coherente de la superficie tridimensional a analizar. Estos barridos deben de tener espacios comunes entre ellos que permitan el acoplamiento de los puntos.

Toma de datos de los puntos a medir (distancia, ángulo y en ocasiones reflectancia). De forma complementaria, cuando se trata de trabajos georreferenciados es necesario elegir la red de apoyo que haga posible fijar las coordenadas geográficas del estudio realizado.

Procesado de la información obtenida, con el objeto de obtener un modelo tridimensional coherente, y fácil de interpretar, de la escena u objeto escaneado. Para ello el láser escáner calcula primero las coordenadas y posteriormente estima las uniones entre los puntos para conseguir el modelado. Este proceso en la mayoría de las ocasiones requiere correcciones manuales según el grado de definición del proyecto o el tipo de presentación que se quiera realizar.